Como Hacer Dormir A Un Niño De 2 Años Solo
Pero a partir de aquí, prosigue tratando que descubra las ventajas del espacio y aumente la sensación de seguridad en su cuarto. Es posible que, en el momento en que el niño lleve a cabo una rabieta por el hecho de que no quiere ir a reposar, cometamos el fallo de sacarlo de la habitación a fin de que vea televisión un rato más o nos acostemos con él a aguardar que logre conseguir el sueño. Hablo de los progenitores a los que, de no reposar, se nos han quitado hasta las pesadillas. Cada familia tiene un nivel de tolerancia y sus opiniones; no hay sistemas buenos o malos, sino más bien diferentes y lo esencial es que los progenitores estén persuadidos de que lo que hacen es lo destacado para sus hijos. Cuando el niño proteste y llore durante la noche, hay que reflexionar sobre lo ocurrido a lo largo de ese día.
La especialidad y la paciencia son las claves para evitar que malas prácticas se vuelvan comunes;el orden y las reglas construirán un carácter responsable y autónomo en los pequeños. Ciertos niños duermen sin ningún tipo de inconveniente mientras que estén acompañados. Esto sucede con frecuencia en la niñez puesto que, según Rosen, “los hijos necesitan sentirse seguros y a salvo y por este motivo desean que sus progenitores duerman con ellos o viceversa”. Los progenitores no tienen que imponerse a sí mismos ninguna hora límite para conseguir que el niño duerma bien. seguramente no se cumplirá y todo el planeta se va a poner tenso.
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Puede suceder que aumenten los conflictos y las discusiones entre la pareja y que la hora de irse a reposar se convierta en una situación problemática, llena de tensiones». Los motivos por los que un niño no quiere reposar solo en su cama tienen la posibilidad de ser muchos y muy diversos. “Normalmente, son razones que se tienen la posibilidad de explicar por el proceso normal de su avance, es decir,por temores y por necesidad de afecto. El temor a la obscuridad es un miedo evolutivo muy frecuente y las pesadillas y terrores nocturnos son una manifestación de exactamente los mismos. La otra gran razón es la necesidad de apego, el menor precisa el contacto con sus personas próximas, le contribuye seguridad y confianza. Otras causas que hacen que los pequeños duerman con sus padres están relacionadas con probables procesos traumáticos, problemas que tenga el niño o preocupaciones.
Mientras que nos encontramos consiguiendo este primer objetivo puede suceder que se despierte y se misión en la cama de sus padres. Así sea que aún no has dejado el ‘colecho’ con tu bebé o que tu hijo empezó a ‘cambiarse de habitación’ por las noches, tienes que llevar a cabo lo viable para revertir la situación. Conseguir que el niño duerma en su cama es difícil, pero no irrealizable. En el presente artículo, te ofrecemos algunos trucos y claves para lograrlo. Frecuentemente nos encontraremos con que no es desde el primer instante, sino más bien desde mitad de la noche, cuando el niño se lúcida y asiste a la cama de los progenitores.
Segundo Propósito: Dar De Comer La Confianza
Nuestro primer propósito será conseguir que el niño se acueste y se duerma en su propia cama. Para lograrlo le acompañaremos para asistirle a quedarse dormido. Hablamos de que se sienta protegido y tranquilo y de esta forma, poco a poco, comprobará que no posee nada que temer. Indudablemente y, más que nada, en un primer instante, el niño llorará y querrá irse a reposar con sus progenitores. En estos momentos lo más positivo es reaccionar con absoluta naturalidad y ayudarle a relajarse. Jamás usaremos contiendas o reprimendas, puesto que solo servirán para generar tensión y realizar mucho más difícil conciliar el sueño.
El noctambulismo se representa por la inclinación a realizar ocupaciones a lo largo de la noche en especial si son actividades que se realizan a lo largo del día. Esto afecta más a los adolescentes puesto que sus ritmos circadianos cambian y se retrasa el momento en que se dormirán. Lectura en voz alta de un cuento, aunque el niño sea pequeño.
Aprovecha las horas antes de irse a la cama para realizar ocupaciones relajantes, como darle un baño caliente, ponerle música despacio o leer un cuento, lo que sea le transmita tranquilidad y relajación. Evita que tu hijo realice actividades muy estimulantes desde una o dos horas antes de dormir, esto le alterará lo suficiente para que no desee dormirse y tenga las energías recargadas. El bebé precisa sentirse seguro, pero para lograr que en su habitación y en el momento del sueño lo esté, ha de haber recibido apego y protección durante el día. Claro que,en algún momento, los hijos tienen que independizarse de la cama de sus padres y tener su propio espacio. Por el bien de ellos mismos, e incluso por el de la pareja, para que vuelvan a disfrutar de la intimidad y del descanso.
Tras haber estado confinado en su cuna, saldrá una y otra vez de su nueva cama… sencillamente porque puede. Llévalo de vuelta y déjale acostado con su peluche favorito. Ve a verle pero no le saques de la cama, consuélale y regresa a marcharte. Mantén la calma y sé firmeNo cedas en el momento en que te implore que hagas una excepción y le dejes “esto o lo otro” a la hora de dormir.
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En esta edad tratan de alargar al máximo la hora de reposar y no lo hacen hasta el momento en que quedan rendidos. En muchas ocasiones tu hijo te llamará por cualquier cosa, por el hecho de que tiene hambre, por el hecho de que desea agua o aun su juguete preferido, cualquier explicación funciona bien para evitar reposar. Ya comentamos en otros articulo que los pequeños de entre 1 y 2 años tienen que reposar entre 11 y 14 horas cotidianas para tener un sueño infantil saludable. Por su lado, es común que los niños se pasen a la cama de sus padres entre los 2 y 3 años. En estas situaciones, es esencial que cumplas con el segundo objetivo que mencionamos.
Tampoco es recomendable resolver los problemas o hacer proyectos en el instante de acostarse. Entre las causas primordiales de esa resistencia a la hora de irse a reposar es el miedo. Las horas de sueño el niño se queda completamente solo, separado de los padres y afrontando sus propias fantasías y miedos. A esta edad empieza a despertarse el pensamiento mágico que puede hacerle imaginar riesgos y seres amenazadores. De ahí que no debe extrañarnos que ese instante de transición de la vigilia al sueño sea para ellos un trago duro de pasar.